Excelente domingo tengan ustedes amigas y amigos de El Refranero.
Después de una pausa en esta columna de opinión semanal arrancamos junto con el año para saber la vida y milagros de la política en los pueblos del rincón.
En la edición de hoy, más que una actualización de los acontecimientos políticos, sería una especie de carta a los Reyes Magos con los deseos para este año para nuestros municipios.
Queridos Santos Reyes,
Este año, más que juguetes y dulces, queremos pedirles un milagro para concedernos: ¡Políticos decentes! Aquí van nuestras peticiones, con todo el respeto (y un poquito de sarcasmo):
- Políticos y políticas que sepan lo que están haciendo. Sí, no pedimos magos ni genios, solo gente que al menos lea las leyes, reglamentos y cosas que votan y que entienda que una ciudad NO se maneja como un club social o un circo ambulante.
- Que gobiernen con el cerebro, no con los berrinches. Estamos hartos de que cada sesión de ayuntamiento sea un concurso de «qué tan ofendido me siento hoy». Queremos decisiones sensatas, no espectáculos en el cabildo. ¡Menos dramas y más resultados, por favor!
- Un curso intensivo de «Para qué sirve ser funcionario público». Porque parece que algunos creen que su trabajo es hacerse famosos o administrar sus cuentas de redes sociales. (Spoiler: no lo es). Tal vez si entienden que se trata de servir al pueblo, podrían empezar a hacer su trabajo.
- Líderes que no confundan «política» con «show». Queremos debates, no peleas de lodo. Resultados, no excusas. Trabajo, que para eso se les paga y MUY BIEN.
- Una pizca de empatía y mucha, mucha honestidad. Necesitamos personas que recuerden que representan a miles de ciudadanos, no a su partido, no a su bolsillo, y mucho menos a sus egos.
Por último, Santos Reyes, si no pueden conceder estas peticiones (porque, seamos realistas, su carga de trabajo debe ser pesada), al menos regálenles un espejo a cada política y político. Uno grande, para que se vean bien antes de cada decisión y se pregunten: «¿Esto ayuda a la gente o solo a mí?»
Con esperanza (y un poquito de resignación),
El REFRANERO.
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